Todos
podemos recordar fácilmente como huele la tierra mojada. No es algo comparable
a nada más.. es tierra en contacto con el agua que tanto necesita para dar
vida.
Es
curioso con el paso del tiempo, cómo nos encerramos en espacios seguros
"resguardados" de todo lo que hay en el exterior. Recuerdo haber
escrito hace años una poesía sobre la diferencia de la lluvia en el campo (de
donde soy) a la ciudad (donde estaba). En la ciudad la lluvia es sinónimo de
problema, de atascos, retrasos en los sistema de transporte público etc. Pero
en el campo.. es otra cosa bien diferente.
Aquí
la lluvia, mayormente, es ansiada para que crezcan las cosechas o acabe con la
sequía. Aquí en el campo se sigue todo el proceso, desde que dan el parte en la
televisión hasta cuando llega la tormenta. Es como un partido de futbol, los curiosos
y ancianos sacan la cabeza para ver si llueve como tiene que llover, y algunos
pronostican: Esto serán cuatro gotas..
Hasta
el último minuto todos están pendientes, siguen con sus vidas, pero muchas
veces se interrumpen para ponerse a resguardo o finalizar la jornada de
trabajo.
No
sé aún el porque, pero desde pequeño siempre me he sentido identificado con
todo esto (menos cuando he vivido en la ciudad) me fascina como la lluvia baña
dulcemente los tejados, y la tierra queda empapada de esa mezcla nueva. Las
plantas se lavan y los caracoles se levantan ha comer.
Tranquilizante
en la noche cuando cae sobre los tejados, es calma y regocijo.
Quizás
la sociedad en general, los que viven en las grandes metrópolis, se han
olvidado a mirar al cielo. Y celebrar la lluvia, mojarse con ella y oler la
tierra fresca. Hemos perdido en gran medida nuestro lazo que nos une a la
naturaleza y quizás sea esto lo único, o de lo poco que nos une con ella. Cuando
llueve, de una forma u otra, todos nos mojamos.
Feliz lluvia de agosto a tod@s.
[am]
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