Hoy
no os he hablado, la verdad es que me he temido por un momento a mi mismo. He
sacado la puntita del pie fuera del cascarón, pero el agua estaba fría. No
quise zambullirme en esa realidad donde vosotros los realistas, los que pisáis
duro, los que no lloráis, los que de noche no tenéis pesadillas y a los que escribimos
sueños o poesía llamáis irrealistas.
Pues
bien, por un momento pensé que me iba a lanzar siendo arrastrado por esa masa de
fría agua (atlántica sin duda) que sois vosotros, la marea humana. Pero al
último instante decidí que no. El tema era demasiado serio, importante diríase.
No valía la pena arriesgar. Un ego dolido en esta burbuja de cristal no tiene
cabida.
Pero
en cambio aquí estoy, escribiéndole a la nada, a las palabras vacías. A las huéspedes
de mis manías.
Tengo
dos reglas de oro. Un buen sueño, hace buen día. Una pluma ágil, te da un buen
sueño.
Anoche
por algún caso de estos de la vida, aquella que juega con todos, quiso que
tuviera ambos. Un buen escrito y un buen sueño. Pero ¿qué pasó luego? Pasó que
mis pesadillas y días grises pusieron el grito en el cielo. No consintieron
sueños amables o caras felices. No lo digo con pena, lo digo con alegría.
Fueron
unos sueños magníficos. Y escribo ahora que puedo, hasta que la maldita
apisonadora me arrodille ante ella y mañana vomite letras negras. Pero ayer en
el horizonte no había nubes y casi me hago todo un hombre al plantarles cara.
No
quiero abusar de esta suerte del prófugo: alguien me lee, recito y vendo
algunos libros. Así y todo, mis días grises me reclaman.
Ahora
es tarde, muy tarde para los realistas que mañana madrugan, pero para los que
soñamos aún es temprano... aún es temprano.. la luna nos alumbra.
Así
pues, esta es mi historia breve. De algo que no ha sido.
#buenasnoches,
sonámbulos y soñadores.
[am]
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